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ZAHA HADID: EL MILAGRO ARQUITECTÓNICO

  • Las Fairmont Towers flambeando el skyline de Bakú

    Principios de noviembre. Un sol como una pelota y 28ºC es lo que nos espera al llegar.

    Bakú. Salgo del avión y lo primero que siento es una bofetada en las fosas nasales: el aire huele a petróleo. De camino al hotel, en la minivan que nos han enviado, diviso por las ventanillas los pozos de extracción que se elevan aquí y allá. Para unos europeos esto es algo tan exótico como las cebras en Kenia.

    Unos minutos más tarde, al rodar por la ciudad, se advierte en sus calles el efecto de los petrodólares reconvertidos en las mejores marcas de moda y joyería internacional: no falta ni una. Nadie quiere quedarse sin su trozo del pastel. Lo sabían, todos. En cambio, nosotros hemos tenido que mirar tres veces el mapa para ubicar exactamente la ciudad.

    Nos instalan en un pedazo de hotel que queda en las Fairmont Towers. Son, al menos por ahora, los edificios estrella de la city. Al anochecer aparecen envueltos en led y proyectan tres llamaradas de fuego sobre la ciudad, honrando a las de los pozos petrolíferos que tanta bonanza les ha traído. ¡¡El resultado nos encanta!!

  • El exterior del Haydar Aliyev Center

    A la cena de bienvenida acuden amigos íntimos llegados de todas partes del mundo, así como sus arquitectos del estudio londinense y un pequeño surtido de prensa internacional. ELLA llega como una reina, envuelta en un abrigo de lentejuelas negras que van variando de tamaño de menor a mayor, y que sospecho obra de Karl Lagerfeld. (No olvidemos que juntos crearon el museo itinerante de Chanel, en 2008.) Y es una verdadera reina. Nos saluda uno a uno, mesa tras mesa. Tiene tiempo para todos. Es algo que conmueve. Creo que todos deseamos que sólo por estar respirando el mismo aire ojalá nos contamine con un poco de su talento.

    Zaha, regia durante la inauguración

    Estamos aquí porque mañana es la gran inauguración del Haydar Aliyev Center. Se llama así en honor al actual presidente de Azerbaiyán.

    ELLA no es otra que Zaha Hadid.

    La arquitecta anglo-iraquí y radicada en Londres, la primera mujer en el mundo en ganar el Premio Pritzker en 2004 (el equivalente de los Oscars en arquitectura). No se puede explicar cuán grande es, de modo que lo diré así: de haberse dedicado al cine, Scorsese le habría besado los pies.

  • Ni una solo línea recta en el exterior...

    ...ni en el interior.

    Y llega el gran día... Por la mañana, nos llevan de tour por Bakú y a comer a un caravansar, una de esas antiguas posadas de la ruta de la seda, donde degustamos la comida tradicional. Carreras y al hotel, a vestirnos de gala, y llegar al que en mi opinión es el edificio más increíble del siglo XXI.

    Un edificio dominante de color blanco, sin una sola línea recta, que asciende como una ola a ras de suelo para volver a descender y hundirse en la tierra. Es un espacio polivalente de nueve plantas con 74 metros de altura y 39.000 metros de tejado ondulante. Alberga dos salas de conferencias, un museo, una librería, varias salas de exposiciones y polivalentes, un restaurante, un bar y "la guinda": un auditorio para 960 personas hecho íntegramente en madera curvada de roble americano, siguiendo las técnicas de construcción de los astilleros. Todo ello en algo más de 100.000 metros cuadrados sobre quince hectáreas de parcela.

    Boquiabiertos, nos paseamos por su interior, pasando de sala a sala, descubriendo nuevos espacios, nuevas soluciones, nuevos encuentros, saludando amigos, bebiendo vino, intercambiando impresiones, bebiendo más vino... El socio arquitecto Saffet Kaya Bekiroglu afirma: "Queremos provocarte". Vaya que si lo han conseguido. Añade luego haber buscado "comunicar sin palabras" y se queda corto: el edificio excita, enamora, altera, emociona...

    Es un espacio único en el mundo, que busca preservar la historia, la cultura, la lengua azerbayana y sus valores. Para mí es también estar como en un espacio de ciencia ficción. Me siento en el mejor edificio del siglo XXI. Seguramente mañana inauguren uno mejor, o más efectista. Pero hoy nada lo iguala. Somos privilegiados.

  • Entrada del museo.

    El auditorio durante el espectáculo de ópera.

    Quedan muchas horas de emociones, con ópera y posterior cena tradicional en el mismo centro. No faltará un after party en un bar de la ciudad, al que acudirá hasta la mismísima Zaha, y en el que los gin-tonics y los dancing irán a la par. Volvemos al hotel colmados de regalos, entre los cuales figura un tattoo del edificio obra de InkWear. Poco a poco emprendemos el camino de vuelta a una realidad con cortinas de flores y piscinas "ameba", sabiendo en nuestro interior que hemos asistido a la presentación de un milagro.

    Gracias al impecable equipo de Zaha Hadid, a Saffet Kaya Bekiroglu y Aliyed Heyvar Center por regalarnos una experiencia única en el mundo en todos los sentidos.




    Eva Almohacid

  • Las Fairmont Towers flambeando el skyline de Bakú

    Principios de noviembre. Un sol como una pelota y 28ºC es lo que nos espera al llegar.

    Bakú. Salgo del avión y lo primero que siento es una bofetada en las fosas nasales: el aire huele a petróleo. De camino al hotel, en la minivan que nos han enviado, diviso por las ventanillas los pozos de extracción que se elevan aquí y allá. Para unos europeos esto es algo tan exótico como las cebras en Kenia.

    Unos minutos más tarde, al rodar por la ciudad, se advierte en sus calles el efecto de los petrodólares reconvertidos en las mejores marcas de moda y joyería internacional: no falta ni una. Nadie quiere quedarse sin su trozo del pastel. Lo sabían, todos. En cambio, nosotros hemos tenido que mirar tres veces el mapa para ubicar exactamente la ciudad.

    Nos instalan en un pedazo de hotel que queda en las Fairmont Towers. Son, al menos por ahora, los edificios estrella de la city. Al anochecer aparecen envueltos en led y proyectan tres llamaradas de fuego sobre la ciudad, honrando a las de los pozos petrolíferos que tanta bonanza les ha traído. ¡¡El resultado nos encanta!!

  • El exterior del Haydar Aliyev Center

    A la cena de bienvenida acuden amigos íntimos llegados de todas partes del mundo, así como sus arquitectos del estudio londinense y un pequeño surtido de prensa internacional. ELLA llega como una reina, envuelta en un abrigo de lentejuelas negras que van variando de tamaño de menor a mayor, y que sospecho obra de Karl Lagerfeld. (No olvidemos que juntos crearon el museo itinerante de Chanel, en 2008.) Y es una verdadera reina. Nos saluda uno a uno, mesa tras mesa. Tiene tiempo para todos. Es algo que conmueve. Creo que todos deseamos que sólo por estar respirando el mismo aire ojalá nos contamine con un poco de su talento.

    Zaha, regia durante la inauguración

    Estamos aquí porque mañana es la gran inauguración del Haydar Aliyev Center. Se llama así en honor al actual presidente de Azerbaiyán.

    ELLA no es otra que Zaha Hadid.

    La arquitecta anglo-iraquí y radicada en Londres, la primera mujer en el mundo en ganar el Premio Pritzker en 2004 (el equivalente de los Oscars en arquitectura). No se puede explicar cuán grande es, de modo que lo diré así: de haberse dedicado al cine, Scorsese le habría besado los pies.

  • Ni una solo línea recta en el exterior...

    ...ni en el interior.

    Y llega el gran día... Por la mañana, nos llevan de tour por Bakú y a comer a un caravansar, una de esas antiguas posadas de la ruta de la seda, donde degustamos la comida tradicional. Carreras y al hotel, a vestirnos de gala, y llegar al que en mi opinión es el edificio más increíble del siglo XXI.

    Un edificio dominante de color blanco, sin una sola línea recta, que asciende como una ola a ras de suelo para volver a descender y hundirse en la tierra. Es un espacio polivalente de nueve plantas con 74 metros de altura y 39.000 metros de tejado ondulante. Alberga dos salas de conferencias, un museo, una librería, varias salas de exposiciones y polivalentes, un restaurante, un bar y "la guinda": un auditorio para 960 personas hecho íntegramente en madera curvada de roble americano, siguiendo las técnicas de construcción de los astilleros. Todo ello en algo más de 100.000 metros cuadrados sobre quince hectáreas de parcela.

    Boquiabiertos, nos paseamos por su interior, pasando de sala a sala, descubriendo nuevos espacios, nuevas soluciones, nuevos encuentros, saludando amigos, bebiendo vino, intercambiando impresiones, bebiendo más vino... El socio arquitecto Saffet Kaya Bekiroglu afirma: "Queremos provocarte". Vaya que si lo han conseguido. Añade luego haber buscado "comunicar sin palabras" y se queda corto: el edificio excita, enamora, altera, emociona...

    Es un espacio único en el mundo, que busca preservar la historia, la cultura, la lengua azerbayana y sus valores. Para mí es también estar como en un espacio de ciencia ficción. Me siento en el mejor edificio del siglo XXI. Seguramente mañana inauguren uno mejor, o más efectista. Pero hoy nada lo iguala. Somos privilegiados.

  • Entrada del museo.

    El auditorio durante el espectáculo de ópera.

    Quedan muchas horas de emociones, con ópera y posterior cena tradicional en el mismo centro. No faltará un after party en un bar de la ciudad, al que acudirá hasta la mismísima Zaha, y en el que los gin-tonics y los dancing irán a la par. Volvemos al hotel colmados de regalos, entre los cuales figura un tattoo del edificio obra de InkWear. Poco a poco emprendemos el camino de vuelta a una realidad con cortinas de flores y piscinas "ameba", sabiendo en nuestro interior que hemos asistido a la presentación de un milagro.

    Gracias al impecable equipo de Zaha Hadid, a Saffet Kaya Bekiroglu y Aliyed Heyvar Center por regalarnos una experiencia única en el mundo en todos los sentidos.




    Eva Almohacid

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