Este fin de semana ha llegado a nuestras pantallas Isla de perros, la última película del cineasta Wes Anderson, una cinta de animación rodada en stop motion protagonizada por canes y ambientada en Japón. Los más hípsters están de enhorabuena, ya que, aunque Anderson lleva más de veinte años haciendo cine, su particular visión y sobre todo su estética se popularizaron hace cuatro años tras el estreno del éxito El gran hotel Budapest, su primer taquillazo global.
Gracias a esta película consiguió consagrarse como uno de los principales autores de la industria, nominaciones en los Globos de Oro y los Oscar incluidas, y llegar hasta los hogares del público mainstream. Su forma de ver el mundo, completamente simétrica y conjuntada en colores, es original, no deja indiferente y podría ser la fantasía de cualquier afectado por trastornos obsesivo-compulsivos: un sueño e inspiración para instagrammers.